Chile, la nueva meca de las energías limpias

Cerro Dominador, la primera planta de energía termosolar de América Latina, es el símbolo de la ambiciosa transición energética emprendida por Chile, que aspira a tener 100% de generación limpia para 2040.

En pleno desierto de Atacama, lo más parecido a Marte en la Tierra, emerge como una obra de ingeniería futurista Cerro Dominador, la planta termosolar que generará luz para unos 250.000 hogares a partir de 2020.

Dotada con tecnología termosolar de concentración, CSP por su acrónimo en inglés, los más de 10.000 heliostatos situados en círculo, unos espejos de 140 cm2 que siguen como los girasoles la trayectoria del sol, proyectarán el calor solar como si de una lupa se tratase sobre el receptor situado en lo alto de la torre antisísmica de 250 mts situada en el centro.

El receptor contiene un flujo de sales fundidas que se calentarán a 565ºC y que servirán para calentar agua, cuyo vapor propulsará una turbina encargada de generar energía cuando se esconda el sol.

A diferencia de una planta fotovoltaica tradicional, que requiere constantemente luz solar, la tecnología CSP «genera electricidad durante 17,5 horas» sin necesidad de que haya sol, dice Francisco Vizcaíno, director de Cerro Dominador, construido por las españolas Acciona y Abengoa, con una inversión de más de 800 millones de dólares aportados por el fondo estadounidense EIG Global Energy Partners.

Esta tecnología llega por primera vez a Latinoamérica, aunque centrales de este tipo funcionan ya en España, Estados Unidos, Magreb, Arabia Saudita o China.

«Todos estamos preocupados por el medio ambiente y cómo liberarnos de las emisiones y buscar energías renovables», dice Vizcaíno a la AFP.

Chile albergará la COP25 en diciembre próximo, la reunión anual para combatir el cambio climático, que el presidente brasileño Jair Bolsonaro se negó a realizar en su país.

En 1.000 hectáreas, el complejo de Cerro Dominador, donde también hay una planta fotovoltaica tradicional, generará 210 Mw, que reducirán las emisiones del equivalente de «360.000 autos», dice su director.

Energía «gestionable»

El gobierno de Sebastián Piñera aspira a que para 2040, el 100% de la matriz energética del país sea de origen limpio, un objetivo ambicioso teniendo en cuenta que en julio del pasado año, el 53,2% de la energía procedía de recursos fósiles.

Las energías renovables no convencionales (ERNC) -fotovoltaica, eólica, biomasa, pequeña hidroeléctrica, biogás, geotermia y energía marina- llegaban en tercera posición, con el 18,5% -frente al 6% en 2013-, aunque en septiembre y octubre superaron el 20%.

En segundo lugar lo ocupaba la hidroeléctrica (28,3%).

«Llegar a un 100% de generación limpia y renovable no solo es técnicamente posible, sino que también es costo-efectiva», asegura Carlos Finat, director ejecutivo de la

Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento.

La clave y el desafío futuro es que las ERNC sean «gestionables», es decir, que se pueda «producir cuando se necesita», recuerda Vizcaíno.

Chile, además, debe mejorar la «limitada capacidad» de algunos tramos para volcar las ERNC en el Sistema de Transmisión Nacional, dice Finat a la AFP.

¿Baja de la factura?

Las energías renovables han supuesto una importante caída de la tarifa de la luz que paga el consumidor final en Chile.

Tras la última gran subasta pública de suministro eléctrico realizada en 2017, la energía para 2024 costará un 75% menos que en 2013. Pero la duda es que ello pueda repercutir en la factura final para el consumidor por otros factores como el tipo de cambio o los gastos de transmisión, como alerta Rodrigo Jiménez, gerente general de la consultora Systepla.

El metro de Santiago, el segundo mayor consumidor de energía detrás de una empresa minera en el área metropolitana, también ha hecho una «apuesta de sostenibilidad» por las energías renovables. El 60% de su consumo proviene del sol y del viento, lo que reduce en un 15-20% su gasto energético, dice a la AFP su gerente general Rubén

Alvarado.

En total, 41 proyectos de ERNC están en curso, entre ellos, Cielos de Tarapacá (norte), una central hidrosolar de agua de mar y almacenamiento de agua en el Espejo de

Tarapacá, que será la mayor del mundo en su género, con una producción de 600 MW cuando entre en funcionamiento.

El país apuesta también por las baterías de litio-iones y el hidrógeno descarbonazado o verde (utilización de electricidad renovable para almacenar hidrógeno concentrado por electrólisis), en particular para el sector minero, el mayor consumidor de energía del país, con el 37%.

En total, son más de 11.000 millones de dólares en inversión en el periodo 2017-2021, que generarán 3.000 Mw adicionales para 2023, según la Corporación de Bienes de Capital, dependiente de la patronal chilena.

«El mejor desierto del mundo»

Con unas condiciones únicas de aridez y sequedad ambiental, Atacama ofrece condiciones únicas con la radiación solar más alta del mundo: 310 watts/m2 que puede alcanzar los 1.000 watts/m2 en algunas zonas del norte del país. «Un 50% más que en el Sahara y el 60% más que en el desierto arábigo», recuerda Vizcaíno.

El sol es tan fuerte que está prohibido salir de la planta -situada a unos 200 kms de Antofagasta en el desierto profundo, sin ropa adecuada ni protección solar.

«El desierto de Atacama podría generar energía para todo el país las 24 horas al día y exportar energía a los países vecinos», asegura Vizcaíno, pero Finat precisa que desde el punto de vista de generación de bajo costo, «se mantendrá una dura batalla entre la solar fotovoltaica y la eólica».

«La renovable tradicional es bienvenida, barata y nos da un servicio verde. Pero no es gestionable porque cuando necesitamos más electricidad es de noche», advierte Vizcaíno, que recomienda que se siga invirtiendo en investigación.

FUENTE: DIARIO EL ESPECTADOR (CO)

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