El aumento de las temperaturas hace cada vez más necesario diversificar los cultivos

La sequía es la primera causa de la pérdida de producción agrícola. El calentamiento del planeta está provocando que las regiones áridas se sequen aún más y está arrasando comunidades enteras.

A su vez, la población mundial depende de un número limitado de cultivos, a saber: el arroz, el trigo y el maíz. Esta situación revela el carácter sumamente vulnerable de los sistemas alimentarios a los fenómenos naturales extremos, sobre todo a las sequías. Además, para la población rural, cuyos medios de vida dependen en gran medida de la agricultura, es mucho más lo que está en juego.

Sin embargo, no tiene por qué ser así. El FIDA presta apoyo a los pequeños agricultores en la producción de cultivos más resilientes, como el sorgo y el fonio, para que puedan alimentarse ellos mismos —y a la población mundial— incluso en períodos de sequía.

A lo largo de los años, gracias a nuestra colección de Recetas para el cambio, hemos contribuido a crear conciencia sobre la importancia de estos cultivos con el objetivo de devolverles su popularidad.

Pese a las fuertes lluvias que hubo a principios de año, Kenya sigue sufriendo los efectos derivados de la ausencia de precipitaciones durante cuatro estaciones húmedas consecutivas, además de la peor sequía que ha azotado al país en 40 años. Para las comunidades rurales que dependen de la agricultura de secano es una catástrofe. Los cultivos más resistentes, como el sorgo de tallo corto, podrían ser la solución.

Este cereal tradicional, conocido por sus beneficios nutricionales, ha estado presente durante cientos de años, gracias a que puede crecer en ambientes adversos, como las grandes extensiones áridas y semiáridas de Kenya.

Tras varias estaciones húmedas en las que no llovió, el cultivo de maíz de Joyce Muthangya, que requiere gran cantidad de agua, se marchitó bajo el sol implacable, por lo que se quedó sin alimento que comer o vender. Con el apoyo del FIDA, empezó a cultivar sorgo. Ahora puede alimentar a su familia y le queda suficiente para vender y obtener ganancias, incluso cuando las lluvias son esporádicas.

Otro entusiasta del sorgo es el chef Ali Said Mandhry. “El quid de la cuestión será convencer a los jóvenes, sobre todo en las ciudades, de que el sorgo es el futuro”, dice. “Hace falta menos agua, es más económico, pueden prepararse más recetas y es más nutritivo. Lo que necesitamos, y lo que haré, es intentar divulgar nuevas recetas en las que se emplee el sorgo”.

Dado que las condiciones impuestas por el cambio climático son cada vez más extremas, los cultivos resistentes a la sequía con ciclos de crecimiento cortos tienen una importancia creciente para la seguridad alimentaria. Uno de ellos es el fonio en África Occidental.

Este cereal nutritivo, que llegó a considerarse un alimento de la realeza, puede crecer incluso en suelos infértiles; su ciclo de crecimiento corto aumenta las probabilidades de que no se eche a perder antes de cosecharlo.

En el marco de un proyecto respaldado por el FIDA en Malí, se está trabajando con las comunidades locales para revitalizar sistemas alimentarios tradicionales y promover prácticas relacionadas con los medios de vida que sean resilientes.

El chef Pierre Thiam, de Recetas para el cambio, es consciente de la importancia del fonio en un mundo en constante transformación. Durante años, ha trabajado para lograr que este cereal recupere la gloria que tuvo en el pasado y para allanar el camino a los pequeños productores de África Occidental en la comercialización la venta de este cultivo sostenible en todo el mundo.

Hace tiempo, en la mayoría de los hogares de Asia Meridional había mijo. Sin embargo, durante los últimos 50 años, se ha sustituido por un cultivo comercial más lucrativo: el arroz.

Además de ser más nutritivo que este último, el mijo es mucho más resiliente a la sequía. Las comunidades Indígenas lo saben y llevan siglos consumiéndolo, no solo para alimentarse, sino también como planta medicinal.

En Bhután, la agricultora Thukten Wangmo dice que prefiere el mijo porque es más versátil que cualquier otro cultivo al que se haya dedicado en el pasado. “Podemos utilizarlo para preparar doogh y gachas, destilar alcohol y como forraje para el ganado”, explica.

El chef italiano Carlo Cracco pudo comprobarlo cuando aprendió a preparar momos de mijo con Thukten y la acompañó en su redescubrimiento de los cultivos tradicionales y su adaptación al cambio climático.

“Procuran utilizar la tierra de manera adecuada y saludable”, explica el chef. “También varían los ingredientes, de modo que siempre tienen algo de lo que echar mano”.

Esos formidables cultivos ofrecen enormes posibilidades que pueden aprovecharse para lograr sistemas alimentarios más seguros. Ante el avance del calentamiento mundial y la mayor frecuencia de las sequías, tenemos que seguir invirtiendo en cultivos alimentarios que crezcan y salgan adelante en las condiciones más adversas.

Fuente: El Productor

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