Cuál es la relación entre la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos, el arte transdisciplinar y la física cuántica? Aparentemente ninguna. A menos, claro, que te llames Black Quantum Futurism, seas un colectivo formado por dos artistas afroamericanas de Filadelfia y acabes de ganar el Premio Collide, que te da la posibilidad de poner en común tu trabajo con el que desarrollan los físicos del CERN, el laboratorio de partículas más grande del mundo ubicado en Suiza, junto a la frontera con Francia.
“Todo empezó en el año 2008, cuando Camae y yo teníamos nuestros blogs y una amiga común nos dijo que debíamos conocernos porque escribíamos sobre cuestiones muy similares: astrología, filosofía, geometrías sagradas, música y reflexiones sobre el espacio y el tiempo”, cuenta Rasheedah Phillips, que además de interesarse por todos estos temas es abogada de vivienda, representa a personas de bajos recursos que están enfrentado procesos de desahucio y diseña políticas para que las comunidades más desprotegidas no sean desplazadas de sus hogares y puedan proyectarse en el futuro. Camae Ayewa, su compañera —más conocida por el nombre artístico de Moor Mother—, es música, poeta, curadora de arte y activista de género. Inspirada por el trabajo de Camae y otras artistas afroamericanas, en 2011 Rasheedah lanzó la iniciativa The Afrofuturism Affair, en la que daba a conocer la obra de un grupo de creadores afrofuturistas. “Por esa época ya me había lanzado a escribir ficción especulativa y organizaba lecturas de ciencia ficción”, recuerda, “y en 2014 Camae creó el entorno sonoro para una de esas lecturas. Ahí fue cuando empezamos a tener conversaciones muy profundas acerca del tiempo y surgió la idea del afrofuturismo cuántico. Podría decirse que ese fue nuestro primer proyecto como Black Quantum Futurism”.
El término afrofuturismo fue acuñado por el crítico cultural Mark Dery en un artículo publicado en 1994 para referirse a la producción de las personas de color en los territorios de la ficción especulativa y la ciencia ficción. Lo cierto es que esas prácticas se remontan varias décadas en el tiempo. Con exponentes como Sun Ra en la música u Octavia E. Butler en la literatura, el afrofuturismo explora la existencia de mundos alternativos en los que las posibilidades de la gente de color se ven expandidas a través de la tecnología. Funk psicodélico, civilizaciones extraterrestres, viajes en el tiempo y utopías futuristas se combinan para dar forma al movimiento. “Para nosotras se trata simplemente de personas negras teniendo acceso al futuro”, explica Rasheedah. “En el mundo en el que vivimos esto tiene un carácter especulativo porque a menudo somos expulsadas del futuro. Podemos comprobarlo si atendemos a los numerosos casos de brutalidad policial a los que nos enfrentamos a diario y al alto índice de mortalidad infantil que afecta a nuestra comunidad”. “El afrofuturismo para nosotras consiste en construir herramientas que nos permitan adentrarnos en el futuro”, agrega Camae, “y esto puede darse haciendo uso de las formas en que la cultura tradicional africana ha entendido su relación con el tiempo, una concepción en la que el efecto puede preceder a la causa y en la que el pasado y el futuro pueden coexistir en infinitos estados de posibilidad”.
Y ¿qué tiene que ver la teoría cuántica en todo esto? Pues que uno de sus grandes campos de estudio es justamente el tiempo y las diferentes formas en que se ve afectado por los eventos y la experiencia. En la tradición occidental y moderna el tiempo es lineal y avanza siempre hacia delante. Según Rasheedah Phillips, eso favorece la dominación, la apropiación, la opresión y la conquista, y posee implicaciones que van desde el modo en que nos relacionamos con el medio ambiente hasta la forma en que hemos organizado nuestro sistema educativo. En la comunidad afroamericana esto se ve reflejado en la manera en que sus integrantes son tratados por el sistema laboral y por el sistema legal. “El tiempo está tan presente en todo lo que hacemos que no somos conscientes de que es un concepto que tiene una historia”, reflexiona Rasheedah, “y que, si retrocedemos un poco, nos encontramos con formas muy diferentes de pensarlo y de entenderlo.
El principal objetivo de Black Quantum Futurism es desarrollar formas alternativas de pensar el tiempo para construir maneras más saludables de habitarlo y que la comunidad negra pueda vivir mejor. Lo que la física nos ofrece es justamente eso: nuevas posibilidades de pensar el tiempo”. “Basta detenerse en lo que nos dice la teoría cuántica acerca del comportamiento de las partículas”, agrega Camae, “que son capaces de coexistir en un sinnúmero de estados posibles y de viajar hacia atrás en el tiempo, lo cual tiene muchas similitudes con lo que cuenta la tradición africana, en la cual el tiempo no necesariamente es lineal, sino que puede ser cíclico, y en la que no solo avanza para adelante, sino que también puede ir hacia atrás. La mecánica cuántica nos da la posibilidad de reconectar con todo eso”.
Relojes cuyas agujas van más lentas o más rápidas dependiendo de cuánto se acerque o se aleje el observador, mapas de eventos cuánticos que reúnen eventos presentes para proyectarse en el futuro o reexaminar el pasado, y un portal temporal en el que las mujeres de color pueden entrar para crear una temporalidad propia son algunas de las formas que Black Quantum Futurism ha encontrado para bajar al campo de la experiencia las metáforas acerca de las que reflexionan. “Nuestra forma de trabajar es menos orgánica que al principio”, confiesa Rasheedah, “porque gran parte de nuestro trabajo está ahora pautado por nuestra agenda. La ventaja es que, al vivir juntas, sigue habiendo instancias en las que podemos charlar de lo que estamos pensando para idear nuevas piezas que nos ayuden a transformar nuestra percepción de la realidad”.
Galardonadas con el Premio Collide, que el programa Arts at CERN y la ciudad de Barcelona otorgan a artistas que liguen arte y ciencia, Black Quantum Futurism pasará dos meses en el CERN en Ginebra y uno en Barcelona para ahondar en los misterios de la física, en particular en la llamada simetría CPT, un principio de invariancia que involucra la carga, la paridad y el sentido del tiempo. El acrónimo CPT coincide con el que postula la existencia de un colored people’s time, expresión despectiva que se utiliza para designar el tiempo de la gente de color a partir del supuesto de que llegan siempre tarde y que son poco trabajadores.
El objetivo es, por un lado, resaltar el hecho de que estas observaciones se inscriben en la realidad de una comunidad que no posee el mismo acceso a los sistemas de transporte y, por otro, que sus particularidades tienen que ver con la forma en que la tradición africana entiende el tiempo, la cual no está conectada a la hora del reloj, sino al momento en que todos se hacen presentes en un lugar, una concepción más comunitaria. Una violación de la simetría CPT podría ser entendida así como un regreso a esa manera de asumir la temporalidad. “Queremos expresar el modo en que experimentamos el tiempo como mujeres negras y poner de manifiesto el valor de esta visión”, explica Rasheedah. “Alguna vez nos han dicho que para qué querríamos viajar en el tiempo si terminaríamos regresando a la época de la esclavitud, pero nosotras creemos que es posible viajar a lugares en los que estaremos seguras, en donde seremos amadas y respetadas, y que pueden estar tanto en el pasado como en el futuro”. “Estamos entusiasmadas con esta residencia en el CERN y en Barcelona”, agrega Camae, “porque lo que buscamos es seguir expandiendo nuestra exploración y para eso necesitamos encontrarnos con personas de diferentes partes del mundo. La belleza de la teoría cuántica es que nos permite entendernos como pequeñas partes de un todo que, al igual que las partículas, puede viajar en el tiempo y relacionarse de formas que trasciendan las limitaciones espaciotemporales para imaginar nuevas maneras de pensar la realidad”.
FUENTE: EL PAÍS (EC)