Ecuador ha padecido tres olas de muerte en el año de pandemia de COVID-19

Están desesperados. Llevan casi un año buscando los cadáveres de sus familiares que fallecieron en la primera ola de la pandemia del COVID-19. Y no los encuentran. Han hecho casi de todo: agotaron los registros de hospitales, morgues y cementerios; buscaron entre decenas de cuerpos putrefactos; se hicieron pruebas de ADN para cotejarlas con cadáveres abandonados y nada. No los encuentran.

Uno de esos deudos es Greta Encalada, quien está tras los restos de su hermana que falleció en marzo del año pasado. “Ella tiene un hijo. ¡¿Qué le voy a decir a ese niño?! Es una situación muy triste para nosotros…”, se lamenta.

Aún quedan por identificar 62 cuerpos de personas que fallecieron en la primera ola de la pandemia y, por otro lado, hay decenas de familias que buscan a sus seres queridos. La última esperanza era que esos cadáveres anónimos correspondieran a esas familias, pero no. No hay compatibilidad. Se hicieron los exámenes necesarios y se confirmó que no existe parentesco.

Entonces, ¿quiénes eran esas 62 personas? y ¿dónde están los difuntos que no aparecen? Estas dos incógnitas abren otra, aún más profunda: ¿los deudos que sí recibieron los restos, la mayoría cuando estos ya estaban enterrados, pueden estar seguros de que realmente son los de sus familiares?

Son dudas que aún quedan por resolver a un año de iniciada la pandemia del COVID-19. Desde que llegó el virus, a mediados de febrero de 2020, el país ha tenido un constante exceso de mortalidad, cifras que superan los registros históricos, y ha padecido tres oleadas de muerte.

La primera azotó a las provincias costeras, sobre todo a Guayas y Santa Elena; la segunda golpeó al centro y norte del país; y la tercera, que aún está en curso, ha afectado a varias provincias, principalmente a Carchi.

Un análisis de EL UNIVERSO a las cifras de defunciones publicadas por el Registro Civil muestra que, entre el 1 de marzo de 2020 y el 21 de febrero de 2021, hubo 45.843 muertes por encima del promedio registrado en 2018 y 2019. Ese exceso de fallecimientos es suficiente para desbordar el estadio Monumental, de Barcelona, o el Rodrigo Paz Delgado, de Liga de Quito.

FUENTE: EL UNIVERSO (EC)
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