A 30 años del triunfo de Andrés Gómez en Roland Garros y de recibir la honrosa “Copa de los Mosqueteros”

Andrés Gómez tuvo el honor de recibir en 1990 la “Copa de los Mosqueteros” de manos de dos de ellos: René Lacoste y Jean Borotra (las otras dos leyendas Henri Cochet y Jacques Brugnon habían fallecido tres años antes), justo después de un tiro ganador de derecha para prevalecer sobre Andre Agassi por 6-3, 2-6, 6-4, 6-4 en la final del torneo Roland Garros.

El galardón del Abierto de Francia es hasta estos tiempos el único título de Grand Slam logrado por un tenista ecuatoriano.

«Ganar París fue lo máximo de mi carrera, que hasta ese momento había contado con muchas semanas en el Top-10 y varias (4) clasificaciones a las Finals. Había ganado torneos importantes como Barcelona, Roma, eventos importantes de los ochenta como Indianápolis y Boston. También había sido No. 1 de dobles luego de ganar un par de Grand Slams en la modalidad. Pero faltaba ese torneo que hiciera la diferencia en mi carrera, y se dio en París. Lo estuve buscando por mucho tiempo y finalmente se consiguió», rememora Gogo en una entrevista para el sitio web de la ATP en español.

Su camino en el Tournoi de Roland-Garros 1990 arrancó en duelo contra el español Fernando Luna en la primera ronda. Zurdo contra diestro, sudamericano contra europeo. Victoria por 7-6, 6-1, 7-6 para el de Guayaquil y preludio de su primer major en la tierra de los cuatro ‘Mosqueteros’.

En la segunda ronda venció al uruguayo Marcelo Filippini (7-6, 6-2, 6-1), en la tercera ronda al ruso Alexander Volkov (6-2, 7-5, 4-6, 6-3), en los octavos de final ganó sin haber jugado contra el sueco Magnus Gustafsson -por lesión-, en los cuartos de final se deshizo del local Terry Champion (6-3, 6-3, 6-4), en la semifinal derrotó al austriaco Thomas Muster (7-5, 6-1, 7-5) y en la gran final se impuso a Agassi, a quien dejó con ganas de su primer título de Grand Slam y le dijo: «Tranquilo que tú tienes tiempo para ganar el tuyo, pero esta era tal vez mi última oportunidad».

“No venía jugando bien, me estaba acercando a los 30 años y me empecé a cuestionar ciertas cosas”, se sincera el nacido el 27 de febrero de 1960.

Al margen de su edad, Andrés había sufrido en 1989 si no es la más dolorosa derrota en esa época ante el suizo Jakob Hlasek.

Es verdad que Gómez era el No. 7 del ranking del circuito y el cuarto cabeza de serie del torneo. Y venía de conquistar los títulos de Barcelona y Madrid, y de alcanzar las semifinales en Roma. Pero los favoritos por ese entonces eran otros: estaban Muster (No. 9), Agassi (No. 5) y Chesnokov. Mientras, el Zurdo de Oro formaba parte de otro grupo, también de quilates, integrado por Stefan Edberg y Boris Becker y el local Henri Leconte.

Pero el tricolor era el séptimo jugador más veterano de todo el cuadro principal y el único preclasificado con 30 años o más. Pese a la circunstancia el sudamericano se las ingenió para entretenerse durante la competencia, incluso jugando Mario Bros en Nintendo o ver los resultados de los Play-offs de la NBA.

En días de competencia, reseña la página de ATP en español, Gómez llegaba cuatro horas antes a la sede del torneo y allí le hacían terapia, algunas veces con electrodos para relajar el hombro, resentido unos años atrás. También se vendaba los tobillos para no reavivar la vieja lesión de 1988. Después de bañarse le practicaban una nueva terapia (muchas veces con hielo para el tobillo y el hombro), almorzaba, estiraba y preparaba el partido con su entrenador chileno ‘Pato’ Rodríguez. «En la noche, ya en familia y tras una nueva victoria, comían en el hotel o pedían comida a un restaurante vietnamita».

La vida de Gogo alcanzó cierto grado de cotidianidad en la capital francesa, tanto así que durante los días sin partidos se desocupaba antes de las tres de la tarde y se iba junto con su esposa, Anna María, y el pequeño Juan Andrés a caminar por los Campos Elíseos. También se daban el tiempo para llevarlo al niño a alguna juguetería de la ciudad.

«Cuando Andrés no lograba conciliar el sueño, oía música, jugaba Mario Bros en el Nintendo que nunca faltaba en sus giras, o un juego de golf en el novedoso Game Boy, lanzado un año antes en Japón. Y en la noche cenaban en una trattoría, siempre en la misma mesa», revela el autor de la nota.

Así fue la rutina de Andrés Gómez durante esa quincena que se disputó el Roland Garros 1990, en la que le ganó a la ansiedad por los larguísimos días de París y en la final superó en cuatro sets a quien poco después se convertiría en astro del tenis y número uno mundial.

El miércoles 10 de junio, con la temporada de tenis suspedida por la pandemia de coronavirus, se cumplen treinta años de esa conquista ecuatoriana en la célebre pista central Philippe-Chatrier. (D)

FUENTE: DIARIO EL UNIVERSO (EC)

VOLVER