Ricardo Hausmann habla de su plan de recuperación para Venezuela

Por años ahora, Ricardo Hausmann, el aclamado economista venezolano que dirige el Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, ha estado esbozando lo que llama el plan para la mañana siguiente. La mañana siguiente, es decir, cuando el régimen socialista de Nicolás Maduro sea derrocado.

Ese momento parece más cercano hoy que nunca, con gran parte de la comunidad internacional apoyando el reclamo del joven legislador Juan Guaidó a la presidencia. Por lo tanto, Hausmann pronto se encontrará en una posición para llevar a cabo, o al menos abogar por, su visión de un plan de recuperación para la nación económicamente devastada. Asegura que él y Guaidó han hablado regularmente y que está sirviendo como asesor informal.

Para Hausmann, la clave para cualquier cambio es una inyección rápida y masiva de efectivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), por un monto de US$60.000 millones o más.

El país rico en petróleo ha estado tan mal administrado durante tanto tiempo, que dice que se requerirá enormes cantidades de capital para que la economía vuelva a crecer con la reapertura de las fábricas, el aumento de la producción de crudo y la desaparición de la hiperinflación.

Y para destinar tanto dinero como sea posible para ayudar a los venezolanos, dice, los acreedores deben prepararse para un dolor significativo. Es una especie de advertencia para los operadores que han estado comprando los bonos incumplidos a bajo precio –algunos de ellos con un precio tan bajo como 20 centavos por dólar– apostando a que se cobrarán a precios mucho más altos tras una reestructuración.

«Venezuela es el país más endeudado de la galaxia», dice Hausmann. “La primera, la segunda y la tercera prioridad tienen que ser la recuperación del país. Hay un desastre humanitario. Hay millones de venezolanos inundando otros países. Si se desea solucionar el problema, no se puede sacar dinero del sistema para reembolsar. Tomará años comenzar a pagar la deuda».

Hausmann ha estado en contacto con funcionarios del FMI y otros prestamistas acerca de los planes para ayudar a Venezuela, y ocasionalmente los aloja en Harvard para analizar los pocos datos económicos que existen sobre la nación. La posición oficial del FMI es que es demasiado pronto para hablar de un posible acuerdo de préstamo, pero dada la gran cantidad de apoyo de la comunidad internacional a Guaidó, parece poco probable que el Fondo no proporcione respaldo a un gobierno de transición.

Su receta para la recuperación involucra más o menos recrear una economía normal de las cenizas de lo que queda, trayendo materias primas y piezas para reabrir fábricas cerradas y creando una demanda para los trabajadores.

Los fondos del FMI se destinarán a la inversión en la importante industria energética, financiará las importaciones y cubrirá el déficit del gobierno, ayudando a que el país deje de lado la frenética impresión de dinero que ha alimentado la inflación.

«Sé que Ricardo es muy reacio a la dolarización total como en Ecuador por muchas buenas razones», dice Carmen Reinhart, que se especializa en finanzas internacionales en Harvard. «Pero tampoco está claro cómo se puede aplicar un programa monetario para detener la hiperinflación».

No es nada seguro, por supuesto, que Guaidó pueda asumir las operaciones del país en el corto plazo. E incluso si lo fuera, no está claro exactamente cuánta influencia tendrá Hausmann. En público, los allegados a Guaidó no han reconocido la relación. En privado, confiesan que Hausmann y su equipo han desempeñado un papel en la configuración de sus puntos de vista políticos, pero dicen que también reciben consejos de otros economistas.

Hausmann ha criticado públicamente las decisiones políticas de las últimas dos décadas, por lo que se ha ganado la ira de Caracas. En 2014, después de una crítica particularmente dura de los errores del régimen, Nicolás Maduro decidió que tuvo suficiente, llamó a Hausmann un «asesino financiero» y «proscrito» y le prohibió efectivamente el ingreso al país.

El asunto más urgente para Guaidó y los países que lo reconocen es evitar que Maduro tome los activos extranjeros restantes, afirma Hausmann. Un intento inicial por parte de la administración de Maduro de extraer US$1.200 millones en oro de las bóvedas en el Banco de Inglaterra este mes se vio obstaculizado después de que altos funcionarios estadounidenses presionaran a sus homólogos del Reino Unido. EE.UU. también ha certificado que el líder de la Asamblea Nacional tiene control sobre las cuentas bancarias gubernamentales clave en EE.UU.

Los escritos anteriores de Hausmann sugieren que no siente mucha simpatía por los inversionistas que compraron bonos venezolanos en los últimos años, cuando se hizo más evidente que la carga de la deuda de la nación era insostenible y estaba priorizando los pagos a los acreedores por la importación de alimentos y medicamentos. En 2017, lamentó los llamados bonos del hambre comprados por Goldman Sachs Asset Management y pidió a JPMorgan Chase & Co. eliminar a Venezuela de sus índices de bonos de mercados emergentes.

Una forma posible de permitir que Venezuela desarrolle rápidamente su economía y beneficiar a los tenedores de bonos sería otorgarles garantías de petróleo pagaderas cuando el país comience a aumentar la producción, señala Hausmann.

El economista de Harvard desdeña los más de US$50.000 millones en préstamos que Venezuela tomó de Pekín en la última década. Ha dicho que fueron utilizados para fines corruptos que no se han revelado al público en general.

FUENTE: DIARIO EL ESPECTADOR (CO)

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