Cumbre del G20, ¿una lectura equivocada del mundo?

Entre viernes y sábado, Buenos Aires se convierte en la primera ciudad de Suramérica en albergar una cumbre del G20. La cita estará marcada por tensiones políticas y comerciales.
Líderes que estarán en el G20: China, Francia, Alemania, Brasil, Reino Unido, Argentina, EE. UU., Rusia y Arabia Saudita. / AFP

Argentina recibe a los líderes del G20, grupo conformado por 19 países: Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea. El grupo representa 60 % de la población mundial, 80 % de las inversiones globales, 75 % del comercio internacional y 85 % del producto bruto global.

Fue creado en el 2008, cuando el temor de una crisis económica, como la de 1929, rondaba el sistema financiero internacional. La primera cumbre del G20 se realizó en el 2008, en Washington, durante el gobierno de George W. Bush, y la del 2017 se realizó en Hamburgo y contó, por primera vez, con la presencia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quién anunció la retirada de su país del Acuerdo de París.

En esta ocasión el encuentro fue marcado por fuertes debates referentes al comercio internacional, aranceles y cambio climático y, por primera vez, el grupo no logró consenso en los temas principales.

El G20 ya no concede tantas esperanzas como en sus anteriores cumbres; ha perdido fuerza en un mundo dónde el multilateralismo, la cooperación y la solidaridad internacional están amenazados, y Estados Unidos y China están inmersos una guerra comercial.

Estados Unidos defiende a toda costa el régimen de propiedad intelectual y acusa a China de incumplimiento. Por otro lado, Pekín denuncia a Washington por incumplir los principios fundamentales de la Organización Mundial de Comercio (OMC), controversia que posiblemente se evidenciará en Buenos Aires.

Sin embargo, los encuentros entre Trump y sus homólogos chino, Xi Jinping y ruso, Vladimir Putin, suscitan muchas expectativas. La llegada de Theresa May, primera Ministra de Reino Unido, quien aterriza en territorio argentino después de 36 años de la Guerra de las Malvinas, la controvertida presencia del príncipe Mohammed bin Salman de Arabia Saudita, a pocos días de la muerte del periodista opositor Jamal Khashoggi, hacen de este un encuentro lleno de tensiones.

China, la potencia asiática que, a pesar de las críticas, amplía su zona de influencia; una Theresa May que promete nuevos tiempos al Reino Unido posBrexit; Trump obsesionado por su American First; Rusia que no se detiene y se fortalece, Brasil y Argentina que ya no representan los intereses del sur en este Foro enmarcan lo que está en juego en el tablero internacional. No se discutirán las condiciones inhumanas de exclusión económica y social que viven millones de personas en el mundo.

Y mientras tanto, el rechazo a la cita crece en Argentina. Se espera que representantes de 80 movimientos sociales y sindicales, entre estos 22 internacionales, protesten en el centro de Buenos Aires. Las cinco consignas elegidas fueron: “Fuera Trump”, “No al G-20”, “Abajo el acuerdo Macri-FMI”, “Por el no pago de la deuda externa”, “No al ajuste, la entrega y la represión” .

El mundo que vio nacer al G20, hace diez años, cambió. En el 2008, en plena crisis del capital financiero, el G20 en su declaración final convocó a “restablecer el crecimiento global y alcanzar las reformas necesarias en los sistemas financieros mundiales”. En aquel entonces se enfatizó la “importancia de la lucha contra el proteccionismo”. En el 2018, el nacionalismo, el proteccionismo y la xenofobia toman una parte del mundo y de América Latina.

Los temas propuestos por Argentina para la Cumbre del G20 fueron: el futuro del trabajo, infraestructura para el desarrollo, un futuro alimentario sostenible y perspectiva de género. Temas complejos, pero al final una agenda superficial frente a la magnitud de los problemas mundiales: ciudadanos arrastrados por crisis éticas, democracias frágiles y una avanzada del populismo con matices de autoritarismo.

Donald Trump permanecerá en Argentina solamente 24 horas, tiempo suficiente para elegirla como aliada regional, cuyo desdoblamiento podrá ser a corto o mediano plazo la instalación de una base militar estadounidense en la triple frontera de Argentina, Brasil y Paraguay, en donde se ubica el Acuífero Guaraní, una de las mayores reservas de agua dulce del planeta. Un anhelo norteamericano desde hace algunos años, supuestamente para combatir las células de Hezbolá.

Quien esperaba una cumbre con un tono distinto, se equivocó. Con un lobby bien hecho y un premio por buenos servicios prestados, Argentina podría ser invitada a ingresar a la OCDE.

Argentina y otros países de la región, en un cálculo estratégico equivocado sobredimensionan su papel en el mundo, se alinean libre y espontáneamente por muy poco o casi nada. Como en los viejos tiempos sueñan con hacer parte del exclusivo club, así sea como subalternos, lo que reafirma que “no hay élites más desnacionalizadas que las de América Latina”.

En el G20, en Buenos Aires, estarán los principales representantes del proteccionismo mundial, los que restan importancia a los organismos internacionales, creen que las cumbres son una pérdida de tiempo, pero que en un ritual diplomático necesario sacarán la simbólica foto y, quizás, firmarán una declaración conjunta… claro si Estados Unidos y China lo permiten.

FUENTE: DIARIO ESPECTADOR (CO)

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