Cómo Michael Jordan falseó estadísticas y trabajó de camarero para llegar a la NBA

El documental The Last Dance sigue dando de qué hablar, y eso que en el documental que se quedaron fuera grandes anécdotas de la carrera de Michael Jordan como la que explica su director

El documental ‘The Last Dance’ sigue siendo lo más comentado. Los dos primeros capítulos suscitaron numerosos elogios y alguna crítica, pero la realidad es que nadie quedó indiferente. Y eso que en el documental que emiten ‘ESPN’ y ‘Netflix’ se quedaron fuera grandes anécdotas de la carrera de Michael Jordan. El director del documental, Jason Hehir confesó que tras analizar miles de horas de material inédito del vestuario de los Chicago Bulls y charlas con los protagonistas, se quedaron fuera de los 10 capítulos programados muchas anécdotas increíbles.

«Me hubiera encantado meter otra pequeña anécdota, pero teníamos que contar una historia en concreto y debía ir de la mano de aquella temporada 1997/98. Había que recortar de algún lado», explicó en el programa ‘The Dan Le Batard Show with Stugotz’. El director desveló que Jordan recibió ayuda con las estadísticas para ingresar a un campus de talentos en su etapa en el High School y que para poder costear esas semanas tuvo que trabajar como camarero de sus contrincantes.

«Era la etapa de su crecimiento entre su segundo año y el último allí, y su entrenador del High School lo metió en un campus de talentos 5 estrellas mintiendo con sus estadísticas. Adornó sus números simplemente para que pudiese entrar, porque Michael no estaba para nada en el radar de los ojeadores, nadie iba a ir hasta Wilmington, North Carolina, para ver a chicos de high school. Estuvo allí una semana porque era el tiempo que sus padres podían pagar, y le fue tan bien que acabó siendo el MVP del campus», comentó Hehir.

Gracias a ese falseo, Jordan pudo seguir creciendo en el baloncesto y medirse con algunos de los jóvenes más prometedores de la época, como Patrick Ewing, número uno del draft de 1985 y una de las figuras históricas de los Knicks, o Len Bias, archienemigo de Jordan en la Universidad, quien acabó muriendo por sobredosis de cocaína a los 22 años tras ser elegido por los Boston Celtics con el número dos en el draft de 1986.

El director del documental explicó cómo pudo seguir Jordan en el campus sin tener medios económicos para hacerlo: «En el campus estaban, entre otros, Patrick Ewing y Len Bias, pero Michael, Mike en ese momento, los superó a todos. Le rogaron para que se quedara por una segunda semana porque los entrenadores universitarios querían verlo, y sus padres dijeron que no podían pagarlo. Y en el campus dijeron ‘le pagaremos la estancia nosotros si trabaja en la cocina y como camarero para el resto de los chicos’. Michael fue el MVP de la segunda semana, siendo camarero y sirviéndoles fruta y queso a la parrilla para luego salir y superar a esos chicos en la cancha», terminó Hehir en una anécdota que seguro podría haber entrado en el documental que tanto éxito está teniendo mundialmente.

Un éxito de audiencia
Los dos primeros episodios de ‘The Last Dance’ se convirtieron rápidamente en historia de la televisión batiendo récords de audiencia gracias a las confesiones más íntimas del jugador. La cadena estadounidense hizo públicos los datos de audiencia revelando que más de seis millones de personas vieron el documental a través de ‘ESPN’. La propia cadena informó que había logrado cifras que nunca se habían registrado con un programa deportivo, sin contar los partidos.

Los dos primeros capítulos se centraron en su llegada a los Bulls y el mal ambiente que se encontró en el equipo. «Un circo de drogas y mujeres», definía. La serie llegó a ser Trending Topic mundial y 25 de las 30 tendencias en Estados Unidos estaban relacionadas con el programa que también generó más de nueve millones de interacciones en redes sociales. Además ‘The Last Dance’ fue la búsqueda principal en Google en los Estados Unidos durante la noche de su estreno.

FUENTE: DIARIO EL CONFIDENCIAL (ES)

¿El teletrabajo funciona bien o es que la gente se está matando a trabajar?

Detrás de los mensajes optimistas que señalan que nos hemos adaptado a la nueva situación con rapidez, hay horas extra no remuneradas, ansiedad y problemas de gestión

Han pasado ya seis semanas desde que comenzase el teletrabajo forzado, y Leire*, diseñadora gráfica de 34 años, ya no puede más. Su jornada de trabajo ha aumentado un par de horas diarias respecto a lo habitual. Al principio no se daba cuenta, porque las había ahorrado en desplazamiento, pero poco a poco es cada vez más evidente. Se siente atada al ordenador día y noche. En cualquier momento, puede ser reclamada. Además, su carga ha aumentado sensiblemente desde aquel día a mediados de marzo que entró en casa para no volver a salir, y la situación en principio temporal parece que se va a prolongar hasta septiembre.

Durante las primeras semanas, no le importaba dar un poco más de sí. Al fin y al cabo, una situación excepcional requiere medidas excepcionales, y sus superiores estaban haciendo lo propio. Sin embargo, a medida que los estados de alarma se han ido sucediendo, su nueva normalidad se ha convertido en trabajar más, hasta el límite de la ansiedad. Sin ver que nadie tome medidas. “Mi problema no es el confinamiento, es el trabajo”, admite. ¿Quejarse? Ante las sombras del ERTE a corto plazo o un despido en el medio, calla y asiente: “No voy a abrir la boca ahora tal y como está la cosa”.

Si se logra que todo siga funcionando a costa de las horas extra de los trabajadores, es que el experimento no está saliendo bien

Hay un adagio que se ha repetido estas semanas: que la experiencia del teletrabajo ha salido infinitamente mejor de lo que pensábamos. Muchos trabajadores, y un buen número de expertos, consideran que si está dando esa impresión, es por un exceso de esfuerzo del capital humano, no porque hayamos aprendido a teletrabajar por arte de magia. “Al parecer, las jornadas de las personas que están trabajando desde su casa están siendo varias horas más largas de lo normal”, valora Eva Rimbau, profesora de Estudios de Economía y Empresa en la Universidad Oberta de Catalunya y especialista en teletrabajo. “Por tanto, si se logra que todo siga funcionando a costa de las horas extra de los trabajadores, es que el experimento no está saliendo bien”. Según un análisis de NordVPN recogido en ‘Bloomberg’ a partir de los datos de uso de internet, los españoles trabajamos dos horas más al día.

Las historias oídas durante las últimas semanas se acumulan. A uno le pidieron que fichase a la hora que terminaba su jornada laboral y siguiese trabajando, “aunque pronto recularon”. A otro le pusieron una serie de reuniones a lo largo de la Semana Santa sin que nadie le aclarase si iba a percibir retribución por ello ni se le preguntara por su disponibilidad. Las reuniones suelen ser fuera de su horario y, como suele ocurrir en estos casos, está trabajando con su propio material, como el portátil. A aquel se le rompió el ordenador y tuvo que encargar un repuesto. “No sé si pasárselo a la empresa, porque el mensaje es de ‘estamos mal, tenéis que darlo todo’, o sea, ‘no pidas nada”. Lo peor, no obstante, es la incapacidad de desconectar. “Ahora no vale lo de ‘no estoy en casa”. Llamadas a primera hora de la mañana y a última de la tarde, llamadas cuando ha bajado al súper a hacer la compra.

Cada día, un poco peor

En opinión de Rimbau, en un contexto en el que la mayoría de empresas no estaban preparadas para un teletrabajo que se ha implantado deprisa y corriendo, este “está dando su peor cara, ya que genera sobrecarga y agotamiento en la persona trabajadora”. El punto positivo, añade, es que la actividad se ha conseguido mantener en marcha, “pero a un alto coste personal, especialmente para quienes además tienen que atender las tareas de cuidados familiares, que son mayoritariamente las mujeres”. Un pequeño estudio sobre teletrabajo realizado por Actiu mostraba que para un 46% de los encuestados lo peor era la sensación de no poder dejar de trabajar.

Cuando termino de trabajar, me quedo un rato más delante del ordenador con el chat abierto, no vaya a ser que me escriban y no esté

“Cómo no va a salir el trabajo, si la gente está currando sin parar”, ironiza David Blay Tapia, profesor especializado en teletrabajo, escritor y autor de ‘¿Por qué no nos dejan trabajar desde casa?’ y ‘El viaje del equilibrista’. El problema, añade, es que probablemente ese mismo trabajo podría salir adelante en menos horas, pero es precisamente la falta de formación a este respecto, así como la cultura laboral española, la que lo impide. “Antes de todo esto, tan solo teletrabajaba un 4% de españoles, y al resto nadie lo ha formado, ni le han dicho que esto no es un horario de oficina”.

Tanto es así que sindicatos como UGT han comenzado a movilizarse reclamando una regulación exhaustiva del teletrabajo para “poner fin a los abusos”. “Unos 10 millones de personas están teletrabajando, y no es una prestación a tiempo completo, sino una forma de organización”, recuerda Gonzalo Pino, secretario de Política Sindical de UGT. “El teletrabajo no altera ni suspende los derechos fundamentales, quienes teletrabajan siguen teniendo derecho a la desconexión digital, al registro de jornada, a respetar los tiempos máximos y los descansos necesarios”.

La mayoría de estos problemas, no obstante, tienen en común que son invisibles y difícilmente cuantificables. El registro de jornada, implantado el pasado año de forma obligatoria, es en teoría la herramienta que permite controlar esos excesos y la primera que está siendo objeto de atropellos. Por un lado, por cierto relajamiento ñ“ups, no he fichado en toda la semana”—, pero también por presiones externas como la anteriormente citada. Como recuerdan los abogados laboralistas, el estado de alarma o el trabajo ‘online’ no eximen de llevar el registro horario.

Presentismo en pantuflas

Esto da lugar a situaciones paradójicas, como la que cuenta Raúl*, oficinista de 29 años. “Hay días en los que he terminado mi trabajo, sé que no voy a tener nada más que hacer, pero publico en Slack para que sepan que estoy ahí o me quedo sentado un poco más delante del ordenador por si alguien me escribe”, explica. “Se puede decir que estoy haciendo presentismo en mi propia casa”. Uno de los grandes males de la cultura laboral española, ahora trasladado a la comodidad de tu hogar.

Se mantienen las peores costumbres de la vida en la oficina, como las abundantes e innecesarias reuniones

A espacios que no habían sido pensados para el trabajo se han trasladado las dinámicas del espacio físico, añadiéndole una carga de trabajo adicional por la excepcionalidad de la situación. “Tecnológicamente, estábamos preparados, pero tenemos un problema, que es que la digitalización de trabajadores y directivos no es alta”, prosigue Blay. Como añade Rimbau, “aún hay que investigar sobre qué está ocurriendo, pero probablemente una de las causas está en que se mantienen las peores costumbres de la vida en la oficina, como las abundantes e innecesarias reuniones —que además, por videoconferencia, resultan más agotadoras— o el esperar respuesta inmediata a cualquier mensaje”.

Blay sigue unas cuantas rutinas a rajatabla: picos de hiperproductividad, desconexión de datos en el móvil y contestar correos tan solo tres veces al día. Es decir, todo lo contrario de lo que le ocurre a Leire, que tiene la sensación de que “como no puedo ir a ningún sitio, eso quiere decir que estoy siempre disponible”. No tiene por qué ser así. Para que el teletrabajo funcione, añade Blay, además de garantizar flexibilidad al empleado, los superiores deben ser conscientes de las necesidades de cada cual. Como bromea, ninguno de los libros sobre teletrabajo habían previsto un escenario de teletrabajo con hijos, lo cual hace las cosas aún más difíciles para las familias.

Unos consejos para las empresas

Es revelador que la mayoría de artículos sobre teletrabajo consistan en consejos psicológicos para empleados y no organizativos para mandos superiores. Se trata, por lo general, de ‘tips’ que les ayudan a gestionar su tiempo y soportar mentalmente la nueva situación, pero que raramente atacan la raíz del problema. ¿Algún consejo? “Esto es una nueva era del trabajo y requiere formación”, responde Blay. “No podemos no formarnos en una nueva manera de trabajar”.

“Los directivos tienen que implicar a los trabajadores, y para ello tienen que decirles qué necesitan de cada uno, es más fácil llegar a un objetivo cuando sabes qué tienes que hacer”, añade. “Hay gente que trabaja mejor y peor, pero tienes que confiar en los trabajadores y conocerlos, incluso biológicamente, para saber por ejemplo a qué hora del día trabajan mejor”. Las herramientas de medición de productividad permiten introducir cambios a tiempo casi real sin tener que esperar a informes a medio plazo.

Está de acuerdo Rimbau, que recuerda que la clave es dar autonomía al equipo, dejando que organicen tareas y horarios como mejor les venga, especialmente en este contexto. Para ello, es necesario, añade, que las personas con cargo directivo se olviden de controlar todo lo que hacen sus colaboradores; optar por «comunicación asíncrona (vía ‘mails’ o documentos compartidos)» antes que “por la sincronía (como videoconferencias)”; una única y breve reunión diaria, algo en lo que también se muestra de acuerdo Blay. También “revisar si las tareas de tus colaboradores dependen mucho de lo que hagan los demás, lo que les resta autonomía y les obliga a estar pendientes continuamente de lo que otras personas les entregan”.

UGT ha solicitado ya una revisión en profundidad sobre el teletrabajo en los convenios colectivos

Por último, recordar “el toque humano”, como mantener contacto personal para “preguntar qué tal y ofrecer ayuda”, normalizar la necesidad de ayuda o interrupciones de la vida privada en las reuniones y “celebrar los éxitos de las personas y los equipos, no estar ahí solamente para dar más trabajo cuando se termina el que hay”. Por su parte, UGT ya solicita una revisión en profundidad del teletrabajo que se refleje en los convenios colectivos. Si este va a ser el panorama a medio y largo plazo, será necesario poco a poco marcar fronteras por escrito y que los abusos afloren a la luz.

FUENTE: DIARIO EL CONFIDENCIAL (ES)

El sector del automóvil empeora su previsión para 2020: las ventas caerán el 45%

La patronal de fabricantes (Anfac) y la de concesionarios (Faconauto) estiman que en base a los datos conocidos, las ventas de vehículos en España se reducirán hasta los 700.000 vehículos este año

La patronal de fabricantes de automóviles (Anfac) y la asociación de concesionarios (Faconauto) ha empeorado sus previsiones de venta de vehículos en España tras conocer el plan de desescalada del Gobierno. Según sus estimaciones, las matriculaciones se reducirán entre un 40% y un 45% hasta los 700.000 vehículos en el conjunto del año frente a los 1,25 millones de 2019.

Esta previsión se hace en base a una caída de entre el 5% y el 6% del PIB. Esto significa que entre abril y diciembre a penas se van a matricular 480.000 coches, ya que hasta marzo se vendieron casi 220.000 vehículos. Por ello, el sector está solicitando ayudas para estimular la demanda.

«Duro golpe» para la industria

Tal como han indicado ambas asociaciones en un comunicado conjunto, la propagación del Covid-19 por todo el mundo ha supuesto un «duro golpe» para la industria automovilística, obligando a paralizar fábricas de producción y a cerrar concesionarios, por lo que las previsiones que se manejaban hasta ahora de cara a este año «han quedado obsoletas».

Así, ahora Anfac y Faconauto prevén que el mercado de turismos español caiga entre un 40% y un 45% durante todo el ejercicio, con unos volúmenes cercanos a las 700.000 unidades, muy por debajo de los 1,25 millones de turismos vendidos en 2019.

Este escenario tiene en cuenta un periodo de estado de alarma y confinamiento de dos meses, con una desescalada progresiva desde el mes de mayo, y una caída del Producto Interior Bruto (PIB) de entre el 5% y el 6%.

Anfac y Faconauto esperan que los dos primeros trimestres posteriores a la finalización del estado de alarma serán «duros» en cuanto a las ventas de vehículos, «por el crecimiento exponencial de la incertidumbre económica», aunque la tendencia es que la situación irá mejorando a partir del verano, «siempre con cifras muy por debajo de las registradas en 2019» y cercanas a las peores estadísticas de la crisis económica de hace una década.

«Es imprescindible tener en cuenta la situación de especial debilidad en la que se encuentra el sector de la automoción, uno de los pilares de la economía y el único sector industrial que lleva parado en seco más de un mes», ha subrayado el director general de Anfac, José López-Tafall, quien ha pedido medias de estímulo «coyunturales» a la demanda de vehículos.

Por su parte, la vicepresidenta ejecutiva de Faconauto, Marta Blázquez, ha subrayado que es necesario reactivar la demanda interna, por lo que se precisará de un plan «firme y generoso» que impacte sobre las economías familias y de los autónomos.

«No podemos permitirnos estas previsiones, porque somos un pilar básico de la economía y del tejido empresarial. No olvidemos que, en todas las comunidades autónomas y provincias, la actividad de los concesionarios tiene un peso determinante en su economía y en generación de empleo», ha destacado Blázquez.

FUENTE: DIARIO EL CONFIDENCIAL (ES)

Si las proteínas que comes son de estos alimentos, estarás más sano

Son esenciales para el buen funcionamiento del organismo y una de sus grandes ventajas es que son menos calóricas que las de origen animal. Aquí está el listado donde puedes encontrarlas

Independientemente de su origen, las proteínas son sumamente esenciales para nuestro organismo, por cuanto contribuyen a construir y reparar los músculos, los tejidos y otros órganos, e intervienen en numerosos procesos biológicos. Están integradas por aminoácidos, que son sus estructuras básicas, de los que necesitamos 20 para que el organismo funcione correctamente. El problema es que este únicamente es capaz de sintetizar la mitad -aminoácidos no esenciales-, mientras que los restantes -aminoácidos esenciales- debemos proveérselos a través de la dieta. Ambos los encontramos indistintamente en los alimentos de origen animal, como los huevos, la leche o el queso, y de origen vegetal, principalmente las verduras, las legumbres, los cereales y las frutas; si bien es cierto que los primeros son más completos y cubren mejor las necesidades nutricionales. De ahí que se las conozca como proteínas de alto valor biológico.

Asimismo, la mayoría de consumidores relacionan el concepto de proteína únicamente con la que procede de los animales, lo que conlleva un menor consumo de las vegetales. De hecho, el estudio ‘Distribución de macronutrientes y fuentes alimentarias en la población española: resultados obtenidos del estudio científico Anibes’, elaborado por la Fundación Española de la Nutrición, concluye que los españoles excedemos en un 30% la ingesta diaria recomendada de proteínas, donde la carne y sus derivados suponen un 33%. Según la Autoridad Española de Seguridad Alimentaria, un adulto necesitaría 0,83 gramos de proteína por kilo corporal. El problema no solo estriba en el exceso de cantidad, sino también en el origen animal, cuyo abuso provoca consecuencias nocivas para la salud como el incremento del colesterol y diferentes enfermedades cardiovasculares.

Alimentos ricos en proteínas vegetales

Por lo tanto, las proteínas de origen vegetal se perfilan necesarias y sumamente relevantes para nuestro organismo. Es cierto que muchos vegetales no proporcionan todos los aminoácidos esenciales o tienen cantidades discretas -aminoácidos limitantes-. Por ejemplo, las legumbres carecen de metionina y los cereales son deficitarios en lisina. Sin embargo, no hay que condenarlas al ostracismo, ya que consumiendo una adecuada combinación de ingredientes es posible ingerir proteínas de alta calidad que, además, son más sanas, menos calóricas y tienen un escaso contenido de grasas. Veamos cuáles son los alimentos más ricos en proteínas vegetales y cómo debemos combinarlos.

Soja. Es la reina de la proteína vegetal, tanto que se la denomina ‘carne vegetal’. Durante milenios, esta legumbre fue la principal fuente de proteínas en Oriente, pero hoy forma parte de la dieta de Occidente. Según la Fundación Española de la Nutrición, comporta 33 gramos de proteínas por cada 100 gramos de producto. Igualmente, derivados como el tofu, un producto hecho a base de cuajada de soja, y el tempeh, fermentado elaborado a partir de soja y hojas de plátano, regalan copiosas cantidades de este macronutriente. De hecho, son los más recurrentes a la hora de sustituir la carne.

Seitán. Oriundo de Asia, donde se consume desde hace años y de innumerables formas, es un preparado elaborado a partir del gluten del trigo. Además, es uno de los productos estrella de las dietas veganas y vegetarianas por su elevado contenido en proteínas vegetales, en concreto 24 gramos.

Garbanzos y lentejas. Los primeros comenzaron a cultivarse en época de Carlomagno, quien creía que tenían propiedades curativas, y hoy son una de las legumbres más arraigadas en nuestra gastronomía. No solo son una excelente fuente de energía y fibra, también de proteínas vegetales, en concreto 19.4 gramos. Por su parte, las lentejas, una legumbre básica de la dieta mediterránea y la estrella de los guisos, proporcionan igualmente generosas cantidades de proteínas: 24 gramos por cada 100 de producto.

Quinoa. Este pseudocereal puede presumir de superar en propiedades nutricionales a cualquiera de sus parientes. Además, atesora los ocho aminoácidos esenciales, por lo que se erige como una de las mejores fuentes de proteínas vegetales. De ahí que los aztecas y los mayas la bautizaran como el ‘grano madre’ y que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación la considere «un aliado en la lucha contra el hambre y la malnutrición en el mundo».

Semillas de chía. Originarias de México, Guatemala y Costa Rica, son uno de los superalimentos de moda. Y es que proporcionan más fibra que las legumbres, más ácidos grasos omega 3 que el pescado azul y, además, contienen copiosas cantidades de proteínas vegetales.

Frutos secos. Además de sus muchas virtudes nutricionales, entre las que se incluyen un alto contenido de grasas poliinsaturadas y monoinsaturadas, minerales, fibra y antioxidantes, constituyen una excelente fuente de proteínas vegetales. Las almendras, las nueces y las avellanas son las más generosas.

Las combinaciones

Para crear proteínas completas y de alta calidad y así aprovechar al máximo sus beneficios nutricionales, es importante realizar combinaciones adecuadas, como las que proponemos a continuación:

Legumbres con cereales integrales

Lentejas con arroz
Garbanzos con pasta
Soja con verduras
Cuscús con garbanzos

Frutos secos y semillas con leches vegetales

Leche de avena con trigo y frutos secos
Leche de arroz con copos de arroz y frutos secos

Legumbres con frutos secos

Ensalada de lentejas con piñones
Garbanzos con nueces

Frutos secos, semillas y cereales integrales

Ensalada de arroz con nueces
Ensalada de pasta con frutos secos

Cereales integrales con leches vegetales

Arroz con frutos secos y bebida de soja
Avena con bebida de arroz y frutos secos

FUENTE: DIARIO EL CONFIDENCIAL (ES)

El genio que se hizo multimillonario con el coronavirus y tuvo que pedir perdón

Un hombre hecho a sí mismo persiguió un sueño durante años. Ahora, de manera inesperada, le ha llegado un éxito a nivel mundial por culpa de la pandemia

Corría el año 1989 cuando un joven universitario de 19 años comenzó a tener un sueño. Cada viernes cuando terminaba sus clases en la universidad de su natal Shandong (China), cogía un tren que, tras diez horas de trayecto, le llevaba hasta el domicilio de la que entonces era su novia. Tras pocas horas juntos, de nuevo el mismo desplazamiento de vuelta a su ciudad. Fue entonces cuando soñó un invento que, ahora, le ha hecho multimillonario.

¿Sería posible inventar una manera de comunicación a distancia sin la necesidad de tener que desplazarse físicamente? Tras terminar sus estudios de ingeniería en China, se casó con aquella chica y se marcharon a Japón, donde este joven comenzó a trabajar en el mundo de las telecomunicaciones. Pero, tras cuatro años, escuchó una charla de Bill Gates que le hizo tomar la decisión de su vida: marcharse a EEUU en busca de su sueño. Y así lo hizo Eric Yuan.

Eran mediados de los noventa y, con solo 27 años, aterrizó en Silicon Valley para trabajar en las compañías más potentes del mundo de las telecomunicaciones. Comenzó como programador en WebEX, empresa que años después fue adquirida por Cisco Systems, donde Yuan llegó a convertirse en vicepresidente de Ingeniería. Fue entonces cuando le planteó a sus superiores la idea de su vida: una aplicación para hacer videollamadas que funcionara en cualquier dispositivo.

Aquel sueño que tenía de joven en China y la experiencia en EEUU, le llevaron a pensar en algo novedoso. Hasta la fecha, solo se podían realizar videollamadas entre personas que tuvieran un dispositivo similar, pero la idea de Yuan iba más allá: una multiplataforma para estar en constante comunicación desde cualquier aparato que tuviéramos a mano. Sin embargo, Cisco rechazó la idea, ante lo que Yuan dejó la empresa y decidió fundar la suya propia: Zoom.

Tardó más tiempo de lo esperado en hacerla funcionar, pues fue complicado hallar inversores. Pero una vez se puso en marcha, se demostró que su idea era imparable, especialmente porque estaba enfocado al mundo empresarial, donde trabajadores de una misma compañía, con dispositivos diferentes, a millones de kilómetros de distancia, podían verse y trabajar de manera conjunta. En abril de 2019, debutaba en el Nasdaq con un éxito que parecía imparable.

Pero lo que ni el mismo Yuan esperaba era lo que estaba por venir. La pandemia del coronavirus ha provocado que miles de personas se queden confinadas en su casa para evitar que el contagio se propague y, por tanto, la única manera de comunicarse con amigos, famillia y trabajo sea a través de videollamadas. Ahí es donde Zoom tomó relevancia definitiva a nivel mundial, con un incremento exponencial de sus servicios que han convertido a Yuan en multimillonario.

A finales de 2019, Zoom tenía 10 millones de usuarios; a comienzos de abril, ya superaban los 300 millones en todo el mundo, una situación que habría hecho crecer la fortuna de Yuan en unos 3.700 millones de euros en estos cuatro meses de año. Casi nada. El hecho de que no haya que registrarse, que sea gratuito (para llamadas de menos de 40 minutos) y que hasta cien personas puedan conectarse a la vez le ha hecho, sin duda, el líder del mercado.

Polémica por su seguridad
Sin embargo, la llegada masiva de usuarios también trajo consigo algo desconocido hasta la fecha: hackers. Muchos usuarios reportaron haber sufrido intromisiones en sus llamadas, donde aparecían usuarios que no habían sido invitados y que, incluso, emitían contenido sensible como violencia o pornografía. Por ello, algunas empresas comenzaron a dudar de su seguridad e incluso la fiscal general de Nueva York envió un comunicado a Zoom para conocer qué tipo de seguridad tenían.

La empresa se vio obligada a emitir un comunicado, en el que reconocía no estar preparada para la llegada masiva de clientes, una situación que se transformó en problemas de privacidad y que terminó con el ‘mea culpa’ del propio Yuan: «Lo siento profundamente», aseguró el empresario en el informe público, en el que aseguraba que se habían puesto en marcha importantes medidas de seguridad para acabar con las instromisiones de los hackers y con las dudas generadas.

Solo unos días después, llegaban a Zoom nuevas medidas de seguridad que, a día de hoy, siguen implementándose. «Zoom aún puede no ser la plataforma ideal para políticos de alto rango que discuten asuntos delicados, pero para la gran mayoría de las personas no es una mala elección», afirma Graham Cluley, experto en ciberseguridad a ‘BBC’. Así nació Zoom y se convirtió en una aplicación de éxito siendo, a día de hoy, el sistema de videollamadas más utilizado del mundo.

FUENTE: DIARIO EL CONFIDENCIAL (ES)

Los sueños tienen un sentido: por qué se parecen a lo que haces durante el día

Has volado, se te han caído los dientes y has perdido los zapatos sin moverte de la cama. ¿Tu mente está tratando de decirte algo que aún no sabes?

Dientes que se caen, zapatos y ropa que desaparecen, lugares a los que intentamos llegar pero por unas causas u otras no logramos avanzar. Todas las culturas del mundo tienen una serie de sueños y pesadillas que se repiten, lo que incrementa aún más lo mágico y maravilloso que es el mundo onírico, ese lugar bello, misterioso, disparatado a veces y terrorífico en otras, al que todos podemos acudir independientemente de nuestra clase social cuando cerramos los ojos y dormimos.

Los sueños han llamado la atención de todo el mundo desde tiempos inmemoriales y son muchos los que han tratado de desentrañar sus mensajes con más o menos suerte. Los surrealistas como Dalí, Magritte o Chirico, por ejemplo, los plasmaban en cuadros llenos de referencias sexuales, manzanas y maniquíes abandonados en grandes explanadas. Tú, por tu parte, te preocupas cuando fantaseas que tienes relaciones con tu jefe, al que en realidad odias. ¿Pueden realmente los sueños revelar nuestros secretos más profundos?

Mundos oníricos
Si echas mano a la ‘Interpretación de los sueños’, de Sigmund Freud, probablemente tratarás de comprender ese sueño tan extraño que hizo que anoche te despertaras de golpe, con el corazón palpitando muy rápido: ¿significaba que has reprimido tus instintos sexuales o que andas estresado en el trabajo? Lo cierto es que los sueños pueden proporcionar información útil sobre nuestras vidas, pero a pesar de lo que Hollywood nos ha intentado hacer creer, no hay estudios que demuestren que pueden dejar al descubierto nuestro funcionamiento interno.

Los antiguos egipcios y mesopotámicos los veían como mensajes de los dioses. Los griegos y romanos los usaban para predecir el futuro
«Realmente no hay investigaciones que respalden ese punto de vista», explica en ‘Live Science’ la psicóloga e investigadora de sueños de la Facultad de Medicina de Harvard, Deirdre Barrett. «Ningún diccionario o intérprete de sueños puede decirte lo que realmente significa», explica. Y no somos los primeros en querer saber por qué soñamos con que volábamos, en realidad los humanos siempre han buscado significado en ese periodo que pasan durmiendo. Los antiguos mesopotámicos y egipcios los veían como mensajes de los dioses. Los griegos y los romanos los usaban para predecir el futuro. La creencia de que albergan verdades guardadas en nuestro interior que en realidad no conocemos se remontan a Freud a finales del siglo XIX y principios del XX. Propuso que los sueños funcionaban como una especie de cumplimiento de deseos ocultos, revelando así nuestros deseos más reprimidos.

«En las páginas que siguen, demostraré que existe una técnica psicológica que permite interpretar sueños, y que, si se aplica este procedimiento, todo sueño aparece como un producto psíquico provisto de sentido al que cabe asignar un puesto determinado dentro del ajetreo anímico de la vigilia», comienza el ensayo. Desde entonces, la ciencia ha avanzado bastante y sugiere que las cosas son un poco más sencillas o mundanas que aquello que Freud propuso. «Los sueños no esconden mensajes encriptados ni fantásticos. De hecho, suelen parecerse más a lo que piensas o haces durante el día de lo que te imaginabas», explica la psicóloga.

Durante los sueños, el ‘cóctel’ de productos químicos que hay en nuestro cerebro cambia

No obstante, eso no significa que los sueños no tengan sentido. Las últimas investigaciones sugieren que, mientras soñamos, en realidad solo estamos procesando los mismos intereses, recuerdos y preocupaciones que normalmente nos ocuparían el día. «Estamos teniendo fantasías ilusorias, pensando en amenazas y miedos, también en nuestros seres queridos», explica Barrett.

Por lo tanto, los sueños tienen un significado psicológico con extensiones de nuestros pensamientos y preocupaciones en el estado de vigilia, son narraciones frecuentes de nuestra vida cotidiana (aunque sucedan hechos extraños, como que tu madre se convierta en un pájaro gigante). Eso se debe a que nuestro cerebro funciona de manera muy diferente cuando estamos dormidos. Durante los sueños, el ‘cóctel’ de productos químicos que hay en nuestro cerebro cambia. Algunas porciones de nuestro cerebro se vuelven mucho menos activas; otras, más, como la corteza visual secundaria, encargada de formar imágenes, que es la que consigue que nuestras fantasías sean tan lúcidas.

Algunos psicólogos ven esto como una herramienta valiosa. Si bien el psicólogo y psicoanalista Karl Stukenberg de la Universidad Xavier en Cincinnati se muestra escéptico de que los sueños contengan símbolos intrínsecamente significativos o canalicen deseos reprimidos, utiliza ‘La interpretación de los sueños’ tanto con sus estudiantes como con sus pacientes. «Surge un diálogo entre las partes de la mente que funcionan en un sentido más simbólico y las que lo hacen de manera lógica», explica.

Ya sea porque has tenido alguna vez un sueño premonitorio o lúcido o porque, simplemente, crees que aquella vez en la que soñaste que ganarías la lotería significaba algo en relación con tus finanzas, lo cierto es que el mundo onírico todavía necesita mucha investigación para que realmente lleguemos a comprender la magnitud del mismo. Y no es un asunto baladí, teniendo en cuenta que pasamos al menos un tercio de nuestra vida entre los brazos de Morfeo.

FUENTE: DIARIO EL CONFIDENCIAL (ES)

El país más honesto del mundo

¿Qué lleva a que la mayoría de los objetos robados en Japón se devuelvan a sus dueños, a veces el mismo día? ¿Está en su cultura o en sus genes?

Cada vez que aparece en un medio de comunicación un nuevo caso de corrupción, alguien pretende ponerse el primero en una cola o, simplemente, llevarse un producto sin pagar de un hotel, todo el mundo suspira y achaca el problema a la picaresca española, tan arraigada en nuestros genes.

El subgénero estrella del Siglo de Oro sirve para explicar cómo se comporta toda una sociedad, presuntamente, de una manera poco honesta, y quizá por ello nos llaman tanto la atención pequeños detalles que observamos cuando viajamos a otros países. ¿Cómo puede ser que los canadienses presuman de no cerrar con llave sus puertas? El civismo sueco nos parece incomprensible, como si vinieran de otro mundo.

Sin duda los que se llevan la palma en cuanto a honestidad, son los japoneses. Para la mayoría (y no hace falta que seamos españoles), perder una billetera o un móvil es siempre un disgusto, sin embargo, según explican William Park y Johanna Airth en un reciente artículo de ‘BBC’, hay una ciudad del mundo donde es bastante probable que te reencuentres con aquello que se extravió: Tokio.

Los artículos perdidos del kōban
Y no es algo fácil, teniendo en cuenta que en la megalópolis japonesa, esa por donde personajes como los de ‘Lost in Traslation’ o el protagonista de ‘Tokio Blues’ de Murakami parecían perderse sin llegar nunca a encontrarse, conviven cerca de 14 millones de personas. Haciendo un cálculo rápido, millones de artículos se separan de sus dueños a lo largo del año, y, sin embargo, en 2018 la Policía Metropolitana de Tokio devolvió a sus propietarios el 83% de los teléfonos móviles extraviados y el 65% de las carteras. A menudo, el mismo día.

Si un niño japonés lleva dinero perdido a un oficial de policía, este se lo entregará de nuevo como recompensa. Es un acto simbólico
¿Tiene que ver con la forma de ser nipona? Lo cierto es que los oficiales ubicados en las pequeñas estaciones de policía de los vecindarios (kōban para los extranjeros), abundan en las ciudades. En Tokio, por ejemplo, hay 97 por cada 100 kilómetros cuadrados, en comparación con las tan solo 11 estaciones de policía en la misma distancia que se encuentran en Londres. Eso significa que nunca te encontrarás solo si necesitas ayuda.

Además, son amigables: regañan a los adolescentes que se portan mal o ayudan a los ancianos a cruzar la calle. De hecho son tan apreciados por los japoneses que fueron el tema central de una famosa serie de cómics conocida como ‘Kochikame’ (こち亀), en inglés ‘Tokyo Beat Cops’, una comedia de Osamu Akimoto que gira en torno a las desventuras de un policía de mediana edad llamado Kankichi Ryotsu. «Si un niño ve a un oficial de policía, le suele saludar, y para los ancianos que viven en los vecindarios son un alivio, pues suelen llamar a sus residencias para comprobar que se encuentran bien», cuenta el abogado Masahiro Tamura, también profesor de derecho en la Universidad de Kioto.

Pero más allá de eso, el hecho de devolver un objeto perdido es tan común como hacer colas silenciosas, no hablar por el teléfono en el tren o Shinkansen o no dar propinas (de hecho están mal vistas). Simplemente es algo que debe hacerse. Se alienta a los niños desde pequeños a entregar artículos perdidos al kōban, incluso si son pequeñas cantidades de dinero como diez yenes. «Se trata de un acto simbólico», cuenta Tamura. «El policía elabora un informe y la moneda se pone bajo custodia policial, pero como nadie denunciará, lo más probable es que se le devuelva al niño como recompensa. Sin embargo, hay una gran diferencia, si el chico se la hubiera quedado de primeras es un robo, así se trata de una recompensa».

«Es una enseñanza desde la escuela primaria», explica a El Confidencial Byron Baron Valero, fundador de Contacto Japón. «Se trata de un principio ético basado en la lógica de que si algo no es tuyo será de alguien, y, por tanto, es incorrecto y deshonroso quedárselo. Además, existe una ley que funciona de esta manera: aquel que devuelve un objeto perdido a su dueño tiene derecho a pedir hasta el 20% de recompensa si el dueño aparece. Pero en general, los japoneses dan por cumplido su deber moral devolviendo lo que encuentran sin pedir nada a cambio. En resumidas cuentas, se trata de una cuestión ética y moral».

El culpable es el budismo
Sin embargo, hay un dato curioso: los paraguas no suelen recuperarse con tanta facilidad como otros objetos mucho más valiosos. De los 338,000 entregados a la Oficina de objetos perdidos en Tokio en 2018, solo el 1% volvió con sus propietarios, y sorprendentemente la gran mayoría fueron reclamados, aunque realmente en las tiendas de conveniencia pueden encontrarse, y a un precio tan bajo, que da igual si los pierdes o no. «No tiene nada que ver con la honestidad», aseguran los periodistas de ‘BBC’. «De hecho, hace diez o 20 años era bastante normal que los médicos ocultaran el diagnóstico de sus pacientes y solo se lo decían a su familia directa», en otras palabras, como sucede en la trama de la reciente película ‘The Farewell’ (china, no japonesa), el enfermo no sabía que tenía cáncer, sin embargo este dato lo conocían todos sus familiares.

Esta supuesta honestidad nipona viene condicionadas por un miedo que deriva de las creencias budistas en la reencarnación

«Los occidentales se sorprenden al escucharlo, pero las motivaciones detrás de esta supuesta honestidad son mucho más complejas y están arraigadas en la sociedad japonesa. Están condicionadas por un miedo que deriva de las creencias budistas en la reencarnación. A pesar de que muchos ciudadanos nipones no se identifican con una religión organizada, sí que conservan las prácticas populares sintoístas y budistas, que hacen énfasis en la existencia espiritual más allá de la muerte», explican, algo parecido al famoso sentimiento de culpa, herencia ideológica judeocristiana, pero con un pero: mientras que nosotros como sociedad católica podemos confesarnos del mal que hagamos, los budistas no pueden.

Dos desgracias ocurridas en 2011 enseñan sobre la psique japonesa: durante el tsunami que azotó el país en 2011, muchas personas quedaron sin hogar, comida o agua. La gente se esforzó en ayudarse mutuamente, enseñando con ello el precepto budista de ‘gaman’, similar a la paciencia o la resistencia: piensa en los demás antes que en ti mismo. Fukushima dio muestras de otro fascinante comportamiento del ser humano: el concepto ‘hito no me’ (el ojo social): se produjeron robos cuando el área estuvo cerrada debido a la alta radiación, justamente porque no había nadie que pudiera ver que sucedieran.

La visión colectivista y de pertenencia al grupo asiática, frente al egoísmo occidental, es la que propicia que devuelvan los objetos robados

En términos generales, la conclusión quizá tenga que ver con nuestra manera de comportarnos frente al grupo: las personas en el este de Asia comparten rasgos colectivistas, priorizan a los demás y participan en comportamientos que benefician al grupo, igual que los suecos tienen grabada a fuego en la piel su ‘Ley de Jante’, que apela a un comportamiento típicamente escandinavo donde se piensa más en el grupo y se retrata negativamente la vanidad. Los occidentales, por otro lado, tienen rasgos más individualistas, a menudo motivados egoístamente. No se trata de cuál es mejor o peor, pues la visión colectivista y de pertenencia al grupo, exacerbada en exceso, podría explicar sociológicamente la multitud de suicidios en los países asiáticos.

Simplemente, es una manera de explicar la abundancia de agentes de policía y las tradiciones culturales que incitan a las personas a pensar primero en los demás a la hora de devolver un objeto robado. Siempre y cuando no sea un paraguas, claro.

FUENTE: DIARIO EL CONFIDENCIAL (ES)

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