ECUADOR: Fusarium obliga a convivir con la enfermedad, advierte Agrosavia

En el marco de Banana Time 2025, Diario El Productor conversó con Juan Camilo Gómez Correa, investigador máster de la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria – Agrosavia, del Centro de Investigación Caribe, ubicado en Zona Bananera, Magdalena (Colombia). El especialista compartió los avances, desafíos y experiencias de su país frente al manejo de las enfermedades Moko (Ralstonia solanacearum) y Fusarium Raza 4 Tropical (Foc R4T), dos de las más devastadoras enfermedades para la producción bananera mundial.

Bioseguridad y manejo del suelo, claves para el control
Gómez explicó que el punto de partida en la lucha contra ambas enfermedades es el manejo integral del cultivo y la bioseguridad. “Hay que incorporar microorganismos benéficos al suelo, evitar el movimiento de plantas entre fincas y trabajar siempre con material vegetal certificado”, señaló.

El investigador recalcó la importancia de entender cómo se dispersan los patógenos, pues tanto el Moko como el Fusarium pueden desplazarse adheridos al suelo. “Se mueven en partículas de tierra que quedan en herramientas, calzado, animales o llantas de vehículos. Por eso las labores de desinfección y el control del agua son fundamentales para evitar su propagación”, explicó.

Protocolos diferenciados para cada enfermedad
De acuerdo con Gómez, los protocolos oficiales de erradicación, establecidos por las Organizaciones Nacionales de Protección Fitosanitaria (ONPF) —como el ICA en Colombia o Agrocalidad en Ecuador—, difieren según el tipo de patógeno.

En el caso del Moko, cuando se detecta una planta afectada, se erradican todas las plantas dentro de un radio de cinco metros, aplicando glifosato al 20% (entre 30 y 60 ml por planta, según su edad) y manteniendo el suelo libre de malezas durante seis meses.

Por su parte, el Fusarium R4T requiere medidas más severas. “En Colombia se delimita una primera zona de erradicación de 400 m² alrededor de la planta afectada, donde se eliminan todas las plantas y se aplica un kilogramo de urea por metro cuadrado. Esa área se cubre con plástico (‘encarpado’) y se extiende una zona de observación de hasta 2,5 hectáreas, donde se prohíbe el aprovechamiento del racimo y se mantiene vigilancia sanitaria permanente”, detalló el experto.

Prevención desde el vivero
Gómez destacó la importancia de fortalecer la prevención desde las etapas iniciales. “En viveros recomendamos aplicaciones de microorganismos como Trichoderma, Bacillus, Pseudomonas y micorrizas para desarrollar plantas bioprotegidas”, indicó.
Agregó que corregir factores edáficos como pH muy ácido, deficiencias de calcio, boro y fósforo, o suelos inundables, es esencial, ya que estas condiciones pueden favorecer el desarrollo de ambas enfermedades.

¿Erradicación o convivencia?
Sobre las posibilidades de eliminar estas enfermedades, el investigador fue claro:“El Moko puede erradicarse si el productor aplica correctamente los protocolos de erradicación, pero cualquier falla en la desinfección puede reactivar la enfermedad. En cambio, el Fusarium no es erradicable: genera estructuras de resistencia que permanecen en el suelo por años, lo que obliga a convivir con él bajo manejo integrado.”

Actualmente, Agrosavia evalúa materiales con diferentes grados de tolerancia. “Hemos identificado tres materiales importados de Francia, similares al banano manzano o baby banana, con alta resistencia a Fusarium. También el Platina ha mostrado buena respuesta, pero aún no hay materiales resistentes dentro del tipo Cavendish, que es el más exportado a nivel mundial”, indicó Gómez.

Altos costos, pero la prevención es más rentable
Aunque no existen cifras oficiales del impacto económico total, el investigador estimó que cada planta afectada por Moko puede representar una pérdida de alrededor de USD 200. “En Fusarium, los costos aumentan porque implican erradicar amplias áreas y aplicar grandes cantidades de urea y herbicidas”, afirmó.

Por ello, insistió en que la bioseguridad es la inversión más rentable:“La bioseguridad es el punto de partida para evitar que el problema llegue a fincas sanas y para disminuir la dispersión en fincas afectadas. Es más barato prevenir que recuperar.”

Fuente: El Productor

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